“Yo puedo hacerlo sola, yo soy capaz y tengo que salir adelante, me lo repito una y otra vez para mantenerme fuerte”

Las palabras de Blanca* son contundentes, es una mujer sobreviviente de violencia de género que para sentirse fuerte ha pasado por un proceso de sanación, por el que aún transita, pero que la ha llevado a creer en ella misma y luchar por construir sus sueños.

Uno de ellos, es contar con su propia casa. Mientras nos habla nos muestra la construcción de madera para la cual ha trabajado incansablemente, “quiero un lugar donde mis hijos puedan estar tranquilos” expresa.

“Antes los miraba y me preguntaba ¿cómo los voy a sacar adelante?” Blanca, como la mayoría de las mujeres Q’eqchies, no logro terminar sus estudios, por lo que las oportunidades son escasas.

“Aquí es difícil encontrar un empleo, yo he logrado mantener a mis hijos limpiando casas”. Livingston es un municipio que basa su economía en el turismo; sin embargo, solo el 18% de las mujeres tienen un empleo. Mientras la mayoría de los hombres se ve forzado a migrar a municipios cercanos o al exterior.

“La situación económica no me permitió darles estudio a mis hijos mayores, ellos lamentablemente tuvieron que dejar la escuela, se fueron a Puerto Barrios y ahora están trabajando”. Cuando Blanca se quedo sola con sus hijos, el más pequeño de ellos tenía menos de un año.

Conseguir alimentos en Livingston es costoso, la mayoría de las familias no cuenta con terrenos fértiles para la siempre, por lo que se ven obligados a comprar los alimentos.

“Mi mamá siempre me apoyó, pero era difícil que hubiera comida suficiente para todos. Incluso estando él, yo le decía que juntos podíamos construir cosas buenas para nuestros hijos, pero nunca me escuchó”.

La situación de inseguridad alimentaria llegó a tal punto que uno de los hijos de Blanca falleció a los pocos días de nacido. “Fueron tantas cosas las que sufrí que prefiero no recordarlas, en esos momentos solo pensaba que no era capaz de salir adelante”.

“Ahora al ver para atrás, solo veo como sola lo he logrado”. Aunque sus ingresos no superan los $100 mensuales, Blanca ingresó a sus dos hijos menores a la escuela y poco a poco ha logrado levantar su casa, mientras busca nuevas formas de agenciarse de recursos.

Fue así como llegó a AMMUDIS, organización apoyada por el proyecto “Mujeres tejiendo vidas de violencia”, financiado por USAID, a través del cual se promueve la creación de medios de vida para las mujeres.

“Al principio no creía que me pudieran ayudar, por mucho tiempo evité hablar de lo que viví, pero encontré mucho apoyo”

El proyecto además de ofrecer atención integral para mujeres sobrevivientes de violencia busca su empoderamiento económico, facilitándoles transferencias monetarias las cuales ellas pueden invertir en el bienestar de su familia.

“Con la transferencia logré reiniciar la construcción de mi casa e ir al médico, ahora sé que mi bienestar es primordial para seguir luchando. Todavía hay muchas cosas que quiero lograr y estoy convencida que puedo hacerlo”.

*Nombre ficticio.