En el marco del programa Quaker Qrece, nuestro equipo ha analizado las condiciones de vida de los 2,200 niños y niñas participantes del programa y sus familias.
El estudio resalta que la pandemia ha exacerbado la situación de pobreza e inseguridad alimentaria y nutricional, por lo que el proyecto enfrenta desafíos, pero también representa un abordaje oportuno a la vulnerabilidad nutricional.
En los departamentos de intervención, los niños y niñas muestran retardo en el crecimiento, registrando un 18 % en Escuintla y elevándose de 42 % a 61 % en Chimaltenango, presentado alta vulnerabilidad nutricional.
La desnutrición crónica es el principal problema nutricional de los participantes, el 54 % de ellos la padece, registrando una brecha de crecimiento de 7.8 cm en niñas y 7.6 cm en niños. El 24 % padece desnutrición global y 3.4% de ellos desnutrición aguda.
El 75% de quienes participan se encuentran entre los 24 y 47 meses. Dichos datos servirán para monitorear y evaluar el progreso de las niñas y niños y los resultados de nuestra intervención.
La desnutrición crónica tiene implicaciones negativas sobre el crecimiento físico y desarrollo intelectual de la niñez, afectando el desarrollo del capital social y humano de las comunidades y del país, contribuyendo al círculo de pobreza y desnutrición.
Los resultados el estudio fueron presentados a líderes comunitarios, la Secretaria de Seguridad Alimentaria y Nutricional. (SESAN), nutricionistas de la Dirección del Área de Salud y Representantes del Sistema Integral de Atención en Salud (SIAS).