Juntas,

Producimos mas

Sale de su casa, camina por lo menos quince minutos, pasa por veredas donde se siembra café, los lugares son muy empinados, el verde del lugar se ve interrumpido por unas pequeñas cajas blancas, “aquí es” informa Felipa, mientras toma agua pura para refrescarse, se coloca un traje blanco que la cubre desde la cabeza hasta los pies, junto ella una careta, guantes y unas botas de hule, prepara el ahumador de aluminio lo llena con ramitas secas que encuentra a su alrededor y con fósforos en mano lo enciende, “Las calmamos con el humo y nos protegemos con el traje, así no nos pueden picar” se refieren a las abejas.

Felipa Ajcalón, es una mujer indígena originaria del parcelamiento Pampojilá, del Municipio de San Lucas Tolimán, Sololá, tras enviudar, se dedicó a trabajar para criar a sus cinco hijos, enfrentándose a grandes dificultades debido a la falta de oportunidades laborales para las mujeres.

“La única fuente de ingresos había sido el corte de café en las fincas aledañas, aunque no suplía lo necesario ya que el pago en esa actividad era muy poco”.

Desde hace siete años, se dedica a la producción de miel, una actividad en la que pocas mujeres participan.

Su jornada de trabajo de campo consiste en monitorear y verificar que las cajas y los cuadros estén colocados correctamente para que la producción sea óptima.

Para la cosecha, abre las cajas de madera y extrae con mucha delicadeza los cuadros que contienen miel, las lleva a su casa, realiza el proceso de extracción, dejándolo reposar uno o dos días antes del envasado para luego etiquetar y que estén listos para la venta.

Felipa Ajcalón es una mujer ejemplar que lidera como presidenta al grupo Ajtikonel Kab, formado por mujeres y hombres de la comunidad, todos en edades de cuarenta y dos a cincuenta años. El liderazgo de Felipa ha logrado abrir espacios de apoyo hacia ellos al recibir equipo de protección para la actividad apícola y asesoría técnica, principalmente para la venta en línea y el uso de WhatsApp para comercializar sus productos.

El resultado de perseverar personalmente y seguir trabajando en equipo lo ve cuando se vende la miel en tiendas y hoteles alrededor del lago de Atitlán, lo que significa que ha sido la principal fuente de ingresos para ella, logrando su independencia económica.

“La apicultura no es un trabajo solo para hombres, iniciamos siendo cuatro mujeres, no tuve miedo a pesar de las picaduras que recibí al principio, yo motivé a mi grupo para seguir luchando, por que nosotras estamos acostumbradas a trabajar en el campo, cuando vamos al área de producción, les digo que debemos tener una buena actitud para trabajar en equipo, así como lo hacen las abejas.

Ahora somos productoras de miel y de acuerdo con nuestra experiencia a través de los años, hemos aprendido a diferenciar que la miel de color oscuro es cuando las abejas han consumido el néctar de la flor del café, mientras que la miel de color claro proviene de todas las flores que las abejas recolectan alimentándose en el bosque y es lo que más compran los clientes”, concluye doña Felipa.