Cambio climático agudiza
la crisis del hambre
La realidad de las mujeres en Guatemala, especialmente en el corredor seco, es apremiante. Esta región que hace diez años abarcaba ocho departamentos del país, ahora se extiende por doce, dejando ver los efectos del cambio climático y agudizando la migración, la pobreza y el hambre.
Esta última tiene rostros de mujer; en el país existen una diferencia de 0,5 millones entre mujeres y hombres en inseguridad alimentaria, son ellas quienes se ven obligadas a reducirse los tiempos de comida para brindarle alimento a sus familias.
Ubicada a una hora y media del municipio de Salamá, la aldea el Aguacate es un reflejo preciso de esta realidad. Son 120 familias con inseguridad alimentaría moderada y severa. Debido a su ubicación y difícil acceso, el trabajo es escaso. Las mujeres generan ingresos vendiendo tejidos y artesanías hechas con palma; sin embargo, un producto que les representa tres días de trabajo solo les genera un ingreso de Q. 10
*Paula tiene 30 años, está casada y tiene 6 hijos de 12, 10, 8, 5, 3 años y el último de 3 meses. Los tres hijos menores fueron diagnosticados con retardo en el crecimiento y desnutrición. En un día normal María y su familia consumen hierbas en el desayuno, huevos por la tarde y frijoles o tomates por la noche. Dependiendo de los ingresos, algunos días únicamente hacen dos tiempos de comida.
“Ahora estamos rentando para tener donde sembrar, pero solo podemos producir dos quintales al año. No pagamos alquiler, porque mi esposo ofrece su trabajo a cambio”
Sembrar en esta comunidad es una decisión arriesgada. “Ya sembramos, pero perdimos la primera cosecha (de maíz y frijol), porque solo llovió tres veces”. La solidaridad entre comunitarios ha sido vital “cuando una familia se queda sin maíz y otro tiene reservas, se le presta y cuando tiene trabajo o cosecha, lo devuelve”
En este contexto, CARE Guatemala ejecutó una acción humanitaria en 5 comunidades de Baja Verapaz, para mitigar la crisis alimentaria de 343 familias, donde las mujeres son jefas de hogar. La situación se repite en cada lugar: poco o nulo acceso a alimentos, tierra o fuentes de trabajo.
*Martha, de 18 años, elabora escobas rusticas con hojas de palma y recorre veinte kilómetros a pie durante dos horas y media, hasta la carretera donde puede tomar un “tuc tuc” hasta Purulhá; los Q. 20 que gana vendiéndolas son insuficientes para cubrir las necesidades básicas de su familia. Otra opción para ella trabajar por jornal en las fincas aledañas, sin embargo, las condiciones precarias y los bajos salarios, tampoco resuelven sus necesidades.
El proyecto “Comunidades preparadas a desastres” financiado por la Fundación Margaret Cargill, accionó para que las familias de las comunidades mencionadas puedan palear la crisis alimentaria generada por la falta de empleo e ingresos, a través de Transferencias Monetarias No Condicionadas.
Además, se activará un plan de seguimiento, para recuperar medios de vida y asegurar que las mujeres estén mejor preparadas en 2024 para enfrentar los efectos del fenómeno del Niño en las cosechas y la merma en acceso a jornales y recursos para la compra de alimentos.
*Nombres ficticios