Rosalia Pacheco Tzuban:
"Aprendemos constantemente”
Desde que dio a luz a su primer hijo, Rosalía quiso ser enfermera. Pero con sólo sexto de primaria, no podía acceder a la escuela de enfermería. Se convirtió en comadrona y atendió cuatro o cinco partos al mes durante 18 años en la comunidad chayax de Totonicapán.
“Comparo la vida con la evolución de una semilla”, dice Rosalía. “Pones una semilla en la tierra a principios de abril y esperas hasta octubre para que evolucione. El proceso es largo. Y después de plantar la semilla, tenemos que añadir fertilizante. Si cuidamos bien la semilla, obtenemos un buen producto. Esto es como la gestación. La madre tiene que comer bien y cuidar bien. Y al nacer, tanto la madre como el bebé están sanos. … Es una experiencia hermosa verlos crecer. Cuando un ser humano llega a este mundo, lo sostenemos en nuestras manos, en nuestros brazos. Cuando respiran por primera vez, estamos allí para verlo”.
Rosalía respeta las costumbres y creencias mayas, pero como miembro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, incorpora a su práctica una espiritualidad más cristiana.
“Ahora mismo tengo cuatro pacientes que están a punto de dar a luz”, dice. “Cuando estoy tan cerca del momento del parto, me pongo un poco nerviosa porque tengo dos vidas en mis manos. Siempre le pido a Dios que todo salga bien y que me ilumine para poder ver cualquier peligro que se presente.”
Aunque Rosalía tuvo pocas oportunidades educativas de niña, lo está compensando, aprovechando todos los cursos posibles para reforzar sus habilidades y ampliar sus conocimientos. Cuando se dio cuenta de que su comunidad carecía de farmacia, por ejemplo, hizo un curso y abrió un mostrador de medicamentos totalmente abastecido en la habitación delantera de la casa de su familia.
Además de las funciones tradicionales de comadrona, Rosalía puede tratar enfermedades comunes y remitir a profesionales médicos afecciones más graves, como la hipertensión.
“Lamentablemente, nuestros conocimientos no siempre se valoran ni se reconocen”, afirma. “Aprendemos constantemente. Y tenemos derecho a formar parte de la red sanitaria nacional. A menudo acompañamos a un paciente al hospital si tiene un problema, pero no se nos permite entrar. Todos hemos sufrido esta discriminación en hospitales y centros de salud. Nos gustaría que fueran más abiertos -que dieran prioridad a la salud- y que también nos reconocieran”.
Claudia, la hija de Rosalía, creció viendo a su madre ayudar a la gente a sentirse mejor.
“Me inspiró mucho”, dice Claudia. “Gracias a mi madre, estudié fisioterapia. Ahora nos complementamos”.
Su orgullosa madre añade: “Siempre la he empujado a soñar en grande y Dios te ofrecerá oportunidades y te mostrará el camino. Quizá ella pueda hacer todo lo que yo no pude”.