Un grupo de aproximadamente 40 migrantes espera alimentos. Muchos continúan entrando, llegan en parejas o pequeños grupos, algunos viajan en familia. Primero deben registrarse, están agotados “un poco de agua, por favor” se escucha en el pasillo. El calor de la frontera “Agua Caliente” supera los 29 grados centígrados.
Estamos en la Casa del Migrante San José, ubicada en el municipio de Esquipulas, el primer lugar de descanso en Guatemala para aquellos que cruzan por este punto; su destino “el norte”. “Ahorita está tranquilo, a veces tenemos más de 200 (personas)” menciona Ana* encargada de la cocina. Mientras revisa que todos tengan alimentos, cuatro de jóvenes migrantes le ayudan.
A medida que las horas avanzan, aumenta el número de personas. Para la cena, ya son más de 150. “Agua, comida y donde dormir” es lo que la mayoría busca en este lugar. La Casa también les brinda atención médica, psicosocial y orientación migratoria. La mayoría pasa una noche en el albergue y continua su ruta. Mientras los migrantes siguen llegando, en la entrada principal se descarga fríjol, azúcar, agua pura, jugos, galletas, arroz, huevos, insumos básicos que servirán para un mes de atención. Los alimentos son parte de la respuesta humanitaria de CARE Guatemala ante la crisis migratoria en Centroamérica.
“Acá todos los días necesitamos algo, esperamos contar con lo suficiente para atenderles”. La situación se repite en Izabal, San Marcos, Petén, Ciudad de Guatemala y a lo largo de la ruta migratoria en donde la Pastoral de Movilidad Humana cuenta con Casas del Migrante.
Aunque el flujo de migrantes es distinto, las necesidades son similares y parecen ir en aumento. En 2021, cifras oficiales documentaron la llegada de 1.7 millones de personas a la frontera con México.
*Ana, nombre ficticio.