En el caserío Pachay, aldea Las Lomas de San Martín Jilotepeque, vive Irlanda junto a su joven familia, conformada por su esposo, sus hijas Leidy y Jeimy de 4 y 1 año. Decidió establecerse en un lugar rodeado de naturaleza para combinar, su vocación como maestra de educación pre primaria y la vida en el campo.
Con mucho entusiasmo comparte que ha obtenido ganancias de sus cosechas y que le ha servido para administrar sus propios ingresos, independientemente de los que genera su esposo, “al vender parte de las verduras y las frutas ya puedo contar con mis recursos y mi dinero; a veces no compramos alimentos pues ya los cosechamos y es parte del sustento diario.
Ahora tengo la oportunidad de contribuir a nuestra economía familiar, mejoramos la construcción de nuestra casa porque los dos aportamos”. Al preguntarle por lo que esto significa en su vida, Irlanda lo describe en tres palabras: “antes era diferente, pero ahora esto para mí es libertad, valor y alegría”.
Los cambios también se evidencian en el espacio personal, ha fortalecido su autoestima y su relación en pareja, “yo le digo a mi esposo que somos los responsables de nuestras hijas, ahora sabemos que como mujeres y hombres somos diferentes, pero podemos aprender a vivir en igualdad para tener un buen futuro”.
Hace 3 años cuando aceptó la invitación para participar en el proyecto Nutriendo el Futuro, “antes no asistía a estas reuniones, pero me interesé en aprender cómo alimentarnos mejor”.
“En CARE hemos aprendido el valor nutricional de las plantas y como aprovechar al máximo las cosechas porque si nos nutrimos también evitamos enfermedades”.
En el caserío Pachay, aldea Las Lomas de San Martín Jilotepeque, vive Irlanda junto a su joven familia, conformada por su esposo, sus hijas Leidy y Jeimy de 4 y 1 año. Decidió establecerse en un lugar rodeado de naturaleza para combinar, su vocación como maestra de educación pre primaria y la vida en el campo.
Con mucho entusiasmo comparte que ha obtenido ganancias de sus cosechas y que le ha servido para administrar sus propios ingresos, independientemente de los que genera su esposo, “al vender parte de las verduras y las frutas ya puedo contar con mis recursos y mi dinero; a veces no compramos alimentos pues ya los cosechamos y es parte del sustento diario.
Ahora tengo la oportunidad de contribuir a nuestra economía familiar, mejoramos la construcción de nuestra casa porque los dos aportamos”. Al preguntarle por lo que esto significa en su vida, Irlanda lo describe en tres palabras: “antes era diferente, pero ahora esto para mí es libertad, valor y alegría”.
Los cambios también se evidencian en el espacio personal, ha fortalecido su autoestima y su relación en pareja, “yo le digo a mi esposo que somos los responsables de nuestras hijas, ahora sabemos que como mujeres y hombres somos diferentes, pero podemos aprender a vivir en igualdad para tener un buen futuro”.
Hace 3 años cuando aceptó la invitación para participar en el proyecto Nutriendo el Futuro, “antes no asistía a estas reuniones, pero me interesé en aprender cómo alimentarnos mejor”.
“En CARE hemos aprendido el valor nutricional de las plantas y como aprovechar al máximo las cosechas porque si nos nutrimos también evitamos enfermedades”.