Entrecruzando hilos multicolores, Celestina repasa su vida en un abrir y cerrar de ojos: “Cuando nosotros crecimos solo mis tres hermanos chiquitos estudiaron. Mi papá me dio un año en la escuela y así saqué el primer grado de primaria”, y agrega con enorme satisfacción: “hace unos años empecé a aprender a hablar el español. Leo despacio… pero puedo escribir y firmar”.
Ya han transcurrido 8 años desde que Celestina decidió hilvanar sus sueños para generar cambios en su vida, desde entonces forma parte del Proyecto Nutriendo el Futuro “Nos enseñan a alimentarnos mejor y con menos dinero. Hemos aprendido varias cosas, a motivarnos, conocernos, a cómo hacer un negocio y tener ingresos”.
Hoy, Celestina, al igual que otras mujeres de su comunidad, manifiesta el valor que ahora tienen para impulsar sus capacidades y habilidades que impactan positivamente en su familia y en su co- munidad. “Yo les digo que sin valor no podemos hacer nada porque yo, por ejemplo, el año pasado hice mi casa… A veces, cuando hay reuniones, a las señoras, en sus casas no les dan permiso, pero estamos aprendiendo que las mujeres somos fuertes, valientes, que tenemos derechos, tenemos voz… y que a pesar de las dificultades hay que seguir delante”.
Una combinación de compromiso y valor han convertido a Celestina, desde hace 3 años, es responsable de un grupo de productoras, lideresas y madres de familias que participan en el proyecto Nutriendo el Futuro. Además replica los aprendizajes del proyecto, con más de 20 mu- jeres tejedoras con quienes intercambia y distribuye productos como guipiles y fajas de trajes regionales, jugando un papel determinante en el ingreso de recursos económicos para sus hogares.
“Aún quiero un poquito más. Mi sueño es tener mi negocio y llevarlo fuera de las fronteras… Si no hubiera escuchado las charlas, no hubiera tenido el valor de salir…”
Una pequeña sonrisa contrasta con su enorme convicción. Para las mujeres de Simajhuleu y también para Celestina, el cambio se ve reflejado en la toma de decisiones familiares y en alcanzar un trato justo entre hombres y mujeres: “Algunos han comentado que somos valientes… yo estoy viendo la diferencia, ahora hablamos de eso y nos dicen: qué bueno que entró, el proyecto Nutriendo el Futuro, porque nos están orientado en cómo hacer nuestros negocios. Hace poco hubo una reunión en mi sector, llegaron mujeres y hombres porque ya podemos participar y expresar nuestras opiniones. Antes no era así”.
Celestina continúa hilvanando su ovillo… visiblemente emocionada expresa que inició un camino sola, aprendiendo y trabajando sola y que eso inevitablemente la inspiró para generar comunidad con otras mujeres valientes y trabajadoras a las que les recuerda que, en este bello país, sin valor no pueden crecer juntas y que lo mejor es apoyarse y protegerse unas a otras. Esa es la hebra que le hacía falta.