Ahora siento que puedo

soñar más alto.

“Soy una mujer luchadora”, así se describe María Virginia Silverio, emprendedora y lideresa comunitaria. Con valentía y determinación, Virginia ha logrado abrirse paso en espacios tradicionalmente dominados por hombres, como la Parcialidad de su comunidad, donde actualmente es la única mujer que participa activamente. 

“Cuando empecé, todos me decían: ‘No vas a aguantar’”, recuerda. Hoy lidera tareas cruciales como la seguridad comunitaria, una labor que desempeña con compromiso.

Virginia es usuaria de los servicios integrales de IEPADES y forma parte del proyecto Mujeres Tejiendo Vidas Libres de Violencia. Como participante, recibió una transferencia monetaria que le permitió iniciar la búsqueda de su autonomía económica “Ese dinero fue el impulso que necesitaba”, asegura.

Con este capital, Virginia empezó a vender jugos de naranja, generando ingresos más estables, pero su visión no se detuvo ahí. Con las ganancias, decidió diversificar su emprendimiento e invirtió en insumos de costura, retomando una habilidad que había aprendido tiempo atrás. 

“Ya sabía un poco de costura, pero gracias a los cursos, perfeccioné mis habilidades”, explica. Ahora elabora delantales que han tenido gran aceptación en su comunidad, aumentando sus ingresos y fortaleciendo su autonomía económica.

El esfuerzo y la resiliencia de Virginia son un ejemplo del impacto positivo de las transferencias monetarias y la formación integral para prevenir la violencia de género. Este apoyo le permitió iniciar el camino para retomar sus planes de vida y proyectarse hacia un futuro lleno de posibilidades. “Ahora siento que puedo soñar más alto. Mi meta es seguir creciendo, tanto en lo personal como en lo profesional”, comparte con determinación.